Estaba tan oscura la noche, hacía tanto frío, pensé que me quedaría así, que no habían ventanas, porque la puerta estaba cerrada, pero de pronto, así tan suave, te aproximaste a mí y con toda tu ternura tomaste mi mano, así sin más, la acogiste en la tuya, estábamos tan cerca, acostumbrada a estar a tu lado y nunca te había sentido así, unas manos que amaban tan solo con tocar, cerré los ojos, para sólo sentirte, podía leer en tu piel, tu proximidad era inmensamente atrayente…era oscura la noche, pero tú la vestiste de luz…
El frío se fue evaporando, con los latidos de mi corazón, fueron minutos eternos, hacia dónde ibas, qué querías de mi, por qué yo, por qué tú, eran caricias las que ahora dibujaban tus manos en las mías, tal vez de tan oscuro que estaba todo a mi alrededor, tenía el alma y el corazón en las manos, porque las ventanas que abriste, ensancharon tanto mi alma que tuve que abrir la puerta de mi corazón para que no te quedaras fuera y pudieras entrar…hacía frío, pero tú, encendiste la llama, imprimiste calidez…
Antes de que se me reventara el corazón en el próximo latido, estabas en mis labios, entonces ya no había pensamiento que pudiera detener el torrente de emociones que corría por mis venas, las millones de sensaciones que atesora un beso, qué impresión, eso era un beso, se me adormecían los sentidos, eran demasiadas reacciones, algo así como un estado de shock, no es que no sintiera, es sentir demasiado….la puerta estaba cerrada, pero tú, con un beso abriste las ventanas…
Y la noche se hizo clara y la ternura se volvió calidez, y nos quedamos los dos, siendo uno, en unas caricias que no acabaron, en unos besos que fueron eternos, esa noche no hubo sueño que pudiera apagar el impacto de tu ser en el mío, nos despedimos, porque la noche al fin era noche, y faltaba poco ya para ver clarear el día, fue el amanecer más largo de mis días, tenía más latidos en mi corazón, que segundos las horas, en mi almohada, recliné el alma, que aún te sentía y cayeron de mis ojos, unas lágrimas, que no eran de pena, eran más bien de asombro, de sentirme desbordada, de haberme quedado a la intemperie…me sentía desnuda…pero tú, me vestiste con tu ternura.
El día después fue intenso, extraño, de mil colores, de mucho sentido, de verte aún sin estar presente, tu aroma estaba en mis manos, el dulce de tus besos, aún se mecía en mis labios, estaba viva, me habías resucitado, antes no había latido así mi existencia, le diste el ritmo, que hasta hoy lleva, porque esa mañana habían ventanas, sin embargo, la puerta estaba cerrada…pero viniste a mí, al caer la tarde, y entró tu alma en la mía, y nos faltaba espacio, así que mi corazón te abrió su puerta y tú… hiciste de el tu morada…