Nuestros pingüinos, esos que alguna vez hemos tenido el regalo de contemplar en el sur de Chile, en medio de hielos que ellos bien conocen. No sólo son hermosos, confiados y amistosos, sino que además la dinámica de sus vidas nos deja en el corazón ese gusto a la belleza de sus acciones, fieles a su hembra los pingüinos emperador se quedan a cuidar y proteger al huevo hasta que nazca su cría y alimentarlo desde sus propias reservas, hasta que llegue la hembra y emita el sonido, canto o música que cad uno reconoce, lista para seguir con la crianza del pequeño que ha nacido en su ausencia. Son unos padres ejemplares, teniendo un ambiente tan desfavorable, ellos luchan por la sobrevivencia y esperan pacientemente el momento en que volverán a ver a aquella que marchó en busca de alimento. Ellas son fieles, vuelven, regresan al lugar que las vió partir. Un documental precioso, que no me cansaría de volver a ver, enamora los sentidos y cuestiona la humanidad.
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